cristina inventa el mar

no puedo más 
con la razón al hombro
quiero inventar el mar
de cada día
.
(pablo neruda)



(acuarelas, Cristina Otamendi, composición audiovisual  @Martín Otegui.)


Ordena sus pinturas en el taller y ve crecer la noche con Satie de fondo.
A veces son montañas, bosques habitados que migran del verde al azul oscuro, piedras que cobran estatura con cada pincelada.
A veces es el desierto, la barda neuquina, esta tierra combustible a la que llegó en 1984 después de recibirse de escenógrafa en la Universidad del Salvador y de caracterizadora teatral en el Teatro Colón, después de estudiar en los talleres de Néstor Berllés y Rivero Rodrigo, sus maestros.
Después,también, de conocer a mi papá y de tenernos a nosotros, Sole, Martín y yo.
En los barrios de Buenos Aires, su ciudad natal, encontró sus primeros motivos: La Boca, ese puerto metafísico en donde los colores toman el carácter del hombre y del trabajo; las barrancas de Belgrano, con sus ombúes veteranos y su mitología a cuestas; las naturalezas muertas que veía crecer en las mesas familiares de la Recoleta.
En la Patagonia siguió su actividad plástica y docente, participando regularmente en muestras individuales y colectivas dentro y fuera del país, y por su trabajo recibió varios premios regionales y nacionales.
Siempre en búsqueda, siempre en diálogo con el paisaje, sus técnicas y su paleta siguen el curso de sus desplazamientos: a veces el óleo, el trazo mineral y robusto para captar la respiración de la tierra y de la ciudad; a veces la acuarela, los cielos ingrávidos e inconclusos, los cuerpos abiertos a la luz como espejismos; a veces las zonas mixtas, el collage y los objetos para decir de otra forma, para proponer sentidos nuevos.
Por momentos abstracta, por momentos figurativa, siempre musical y distinta: el dedo pulgar sosteniendo la paleta de madera, los colores combinados como acordes, y la canción que se despliega, brava y honesta, sobre el lienzo de todos estos años.


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